martes, 19 de marzo de 2019

Un nuevo andar

Han pasado ya unos cuantos años desde que se me ocurriera crear este blog sobre los asombros cotidianos que me asaltaban por esas calles (o en algún libro...). Asombros de esos que han dado origen, guardando las distancias con Basho o Moritake, a un haikú, pongamos por caso, o a un cuento zen, o a una foto de Cartier-Bresson, a algo así me refiero.



La primera vez que esto se me ocurrió fui redactando mentalmente (andaba en la calle, creo, sin papel ni lápiz a la mano, ni mucho menos con un teléfono inteligente, eso ni se imaginaba por aquellos días...) lo que sería la justificación de tales "Apuntes...", así que aquí se los dejo, una vez más, para que sepan de qué va la cosa y ojalá también el asombro los toque:



“Yo experimento el asombro y trato de expresarlo a su manera, casi inefable. Fortuitos y ligeros como el recuerdo de un perfume, ese asombro que puede ser mutuo y por lo cual cada apunte es una sugerencia íntima a quien corresponda”.

Pronto les haré llegar cierta crónica surgida a partir de que un buen amigo, que tiene los cuatro ases del póquer tatuados en su brazo, se encontró con un mago y lo que entonces ocurrió, cosa de entrar en calor, mientras voy reconociendo más este medio y apropiándomelo hasta lograr que mis tantos asombros se correspondan con tantos espíritus afines, amen...

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